¡Qué bonita familia! |
El concepto científico del desarrollo |
Una de las maneras más sintéticas y cargadas de racismo buena onda para descalificar a las elites chinas, sobre todo a las que están en el poder, es atribuir las maravillas de las reformas económicas a su pragmatismo. No me detengo en todas las implicaciones de ello, pero aporto dos elementos: por una lado, pobres chinos no tendrían ideología-ideas, afortunadamente, y gracias a ello la han hecho (perdón, pero ando muy coloquial esta noche). ¿son las ideas malas? ¿solamente los comunistas tienen ideas y éstas conducen a un callejón sin salida? Por lo mismo, ¿los carentes de ideas la hacen? ¿Las ideas no llevan a nada bueno? Por otro lado, las ideas sirven para dos cosas... y lo único que necesitas es el pragmatismo, un par de manuales, un buen facilitador, y tal vez un poco de 风水. Ahora resulta que el Gran Timonel era pura ideología, el ingenuo no era pragmático; por el contrario, sus herederos, NTPI de nada y solamente hacen las cosas sin pensar, están guiados, supongo, por sus instintos. Entonces, resulta que, por decir lo menos, seguimos siendo cazadores-recolectores. No tenemos ideas que nos lleven a vivir mejor, solamente hacemos lo que podemos.
De hecho, puede ser peor: los chinos son cazadores-recolectores, nosotros agricultores. Ellos son pragmáticos, nosotros democráticos. Respetuosos de los derechos humanos. Además de que esta forma de ver el mundo históricamente resulta una aberración, es predecible y excesivamente aburrida.
Confesión, que espero no salga de los confines de mi blog: trato de hacer todo con mucho humor, busco salirme de los confines del mundo plano. Me encantan las curvas, la incertidumbre. Sobre todo, encuentro fascinante el mundo de la diversión y de las ideas.
El peso de los procesos históricos del siglo XIX sobre nuestra vida cotidiana del inconcluso siglo XX es abrumador. Las acciones de muchos actores políticos responden a su interpretación de los procesos sociales acontecidos hace más o menos 200 años: las Guerras del Opio, en China; las Leyes de Reforma, en México.
Para redondear, en la busca de mi solaz, pero también de la mejora del conocimiento de los que se toman la molestia de leerme, me aventuré a escribir un pequeño trabajo donde analizo dos expresiones de las ideas actuales en las relaciones internacionales alimentadas por los acontecimientos del pasado.
La pregunta esencial es: ¿influyeron/influyen/influirán las ideas en la forma en que se han relacionado México y China?
Ahora que si de formalidad se trata, las páginas que escribí al respecto parten del supuesto de que: los actores internacionales se relacionan entre si armados con ideas, las que les permiten crear-destruir instituciones, cooperar-pelear, siempre tratando de acceder al poder y a las riquezas. El objetivo es realizar un ejercicio para demostrar la importancia de las ideas como moldeadoras de las acciones de los políticos y gobiernos, para lo cual se describen y analizan elementos discursivos que en momentos determinados dan forma a las políticas internacionales de dos gobiernos aquí estudiados, el de China y el de México. El estudio de los discursos permite hablar de actores específicos y entender sus
conductas. (Es un cita textual de mi mismo. ¡Qué riqueza plagiaria!)
El trabajo, quisiera creer, tiene su encanto, pero sobre todo abre caminos para estudios más interesantes y menos aburridos, pero sobre todo más relevantes que publicados ahora.
El texto puede ser consultado en esta página, a un click de aquí.
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