Cuando se hace referencia a la democracia en determinado país, sobre todo en uno que se estudia, que no es el propio, la tónica es realizar el “análisis” parado sobre arenas movedizas: se desea que sea de determinada manera; inclusive, ya se sabe como debería de ser la “democracia”. De hecho, poco importa si se habla de China o de Nigeria, o del mismo Estados Unidos. Democracia es uno de los conceptos con pretensiones universales, que sería parte de nuestro DNA antes que una construcción histórica e intelectual.
Como se puede ver, entre muchas otras partes, en el hipervínculo del título, el estudio de lo relativo a ese término elusivo es interesante y nada sencillo; además, está a la orden del día, por diferentes razones.
Además de ser informado de que España exportará al mercado chino productos de cerdo, Juan Carlos I, monarca español, escuchó a Wu Banguo aseverar que su país llegará a ser una democracia; claro, de características chinas tendría que ser. Por lo demás, resulta interesante que el rey haya sido más un monarca-comerciante que un monarca-político, mientras que sus anfitriones fueron más amplios en sus discursos. Al menos, eso se colige por la información noticiosa.
Para enterarnos quién es Wu, habría que recordar que ya el año pasado hizo diversos señalamientos sobre los peligros de las diversas crisis que el gobierno enfrentaba. Por lo menos, Wu está enterado de qué pasa, pero no es todo. Primero, Wu no es un burócrata de Hunan o de Ningxia. Se trata de un funcionario de alto nivel de
Considerar la imposibilidad de la democracia en China, con todo lo que ello implica e independientemente de su contenido, es negar lo que ha pasado en ese país en los últimos 35-40 años, tanto en lo interno como en lo externo, por ejemplo en relación a la forma en que se ha desarrollado el mercado y la persistencia de Hong Kong como emblema de la libertad económica del siglo XX-XXI.
¿Es Wu el padre de la democracia China de la nueva era? Lo dudo, pero tampoco es la versión masculina de Ci Xi o el descendiente político directo de Ying Zheng.
Simplemente, Wu nos recuerda que los Estados y sus gobernantes cambian, no en su vida sino a través de las generaciones y de las interacciones sociales. ¿Hay una lenta evolución del autoritarismo a la democracia? De alguna manera sí, pero llevar al extremo la idea de Confucio de que todos somos buenos, es arriesgado, sobre todo en política. Hay evolución, pero dentro del contexto histórico determinado por diferentes variables, entre ellas las presiones y negociaciones de diversos actores sociales.
La evolución del sistema político chino, sea cual haya sido o vaya a ser, tendría que ser analizad a partir de ciertos elementos esenciales, entre los que destacan los siguientes:
1. Los cambios externos, que son esenciales para permitir o no mayor flexibilidad interna.
2. El arribo de generaciones políticas con visiones diferentes a la de sus antecesores, pero moldeadas parcialmente por ellos.
3. La participación de la sociedad, al menos de muchos de sus componentes, de formas tales que sean capaces de arrancarle al gobierno espacios y no poner en peligro sus avances.
4. Las transformaciones económicas, que son causa y consecuencia de los puntos anteriores.
De hecho, solamente se debe evitar una cosa: pensar que China es como otro país y que, por lo mismo, tiene que atravesar por las mismas experiencias políticas, ya que las únicas que válidas son las de, ¿de dónde es usted?, ….
¿Va China hacia la democracia? En muchos sentidos, perdón por lo chocante que le pudiera resultar a quien me lea, la democracia ya llegó, o algo parecido. A la pruebas me remito, de ser necesario…