Un día usted sentado tranquilamente escuchando su noticiero por radio y, gran sorpresa, el lector de noticias anuncia que ese día cuentan con una especialista para que le solucione las dudas que usted tiene relacionadas con el idioma chino. Ya sabe, cosas cotidianas para los mexicanos, como pronunciación, gramática, traducción o inscripción a cursos. En México, están en otro nivel. Por si fuera poco, en un viaje en el metro, precisamente en la estación Salto del Agua de la línea 1, usted topa con una publicidad llamativa roja que, con una frase de Confucio, lo invita a estudiar chino.
¿A dónde llegará el entusiasmo? ¿En qué se materializará?
Difícil saberlo, lo que sí es posible afirmar con certidumbre es que, en la historia mexicana, pocos países han despertado, al mismo tiempo, e incluso en las mismas personas, tanto recelo y entusiasmo sustentados ambos en el desconocimiento. Igualmente, es interesante constatar cuánta gente desea estudiar chino o puntonghua, que no mandarín, si es que es adecuado referirse algo de esa manera en algún tiempo y espacio. Posiblemente, ese entusiasmo solamente puede ser superado por Francia y Estados Unidos, hacia este último país la euforia ha sido verdaderamente masiva. China, está muy lejos de tener los mismos niveles que los estadounidenses de influencia y atracción, pero parece que su ruta es esa.
Por lo demás, son loables las preocupaciones y acciones del CELE/UNAM por elevar profesionalmente el nivel educativo de los mexicanos, sobre todo en materia lingüística. Pues a estudiar chino, 大家!,高高兴兴学习普通话!!!!
Foto: Francisco Haro
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