sábado, 30 de junio de 2007

¿TOPÓ BEIJING CON LA IGLESIA?




Nanchang, ciudad de Jiangxi, cuenta con una plaza dedicada a un jesuita de los siglos XVI-XVII, Mateo Ricci (1552-1610). Se trata del reconocimiento, al menos parcial, a uno de los contactos más intensos entre Europa y China antes de 1840, por lo mismo un encuentro pacífico, productivo y parte de una serie de dialogo de “sordos”. Ricci , Li Maduo en chino, quien murió en Beijing el 11 de mayo de 1610, aportó mucho elementos de las nacientes y pujante ciencias duras europeas de la modernidad; asimismo, aportó su enorme grano de arena a la incomprensión reinante aún respecto a China. Simplificando, Ricci, en un contexto histórico que no se puede explicar aquí, llegó a la conclusión de que los chinos eran una especie de cristianos natos. Además de que, entre 1595 y 1598, estuvo en la mencionada ciudad, pero siempre tratando de "escapar" para ir a Beijing, o por lo menos a Nanjing.

Las relaciones entre el Vaticano y China, sobre todo a partir de la década de los cincuenta del siglo XX, no han sido nada sencillas. De hecho, cunado uno trata de responder lo relativo a los problemas de soberanía y apertura, es preciso pensar dos veces antes de contestar cuestiones referentes a seguridad militar o a comercio. Si ambos temas son complicados, el relativo al catolicismo lo es más.

Benedicto XVI, que ha tenido serios problemas para expresar claramente lo que quiere decir respecto al Islam y sus seguidores, ha escogido un momento clave, el décimo aniversario del regreso de Hong Kong a soberanía china, para enviar una carta, en primer lugar, a la burocracia católica; y en segundo lugar, a todos los fieles (en chino y en inglés).

El documento, de casi 50 páginas en chino, es muy interesante por muchas razones. Lo más importante es que ha sido interpretado como la declaratoria de tregua por parte de Benedicto XVI, sobre todo porque no hace referencia a la división existente entre los católicos chinos; en todo caso, insiste en la reconciliación. De hecho, lo más trascendente es, al tiempo de reconocer las especificidades de las comunidades, que el pontífice insiste en el poder central del Vaticano.

Pero sobre todo, en respuesta clara y obvia al discurso del gobierno chino, Benedicto señala que en el catolicismo no hay extranjeros:

在教会里没有一个人是外人,人人都是同一个宗族的子民、同一个身体的肢体。由主教及司铎品位保障的圣体圣事,是圣事共融的锁链.

Todos son ciudadanos del mismo pueblo, lo importante es la comunión, pero sobre todo la jerarquía.

La respuesta gubernamental china ha sido pronta y precisa: el Vaticano debe reconocer que hay libertad religiosa en China, pero cualquier acercamiento se debe dar sobre la base de dos principios: primero, no tener relaciones diplomáticas con Taiwan; segundo, no intervenir en asunto internos a nombre de cuestiones religiosas.

De acuerdo a la evolución del comportamiento diplomático chino desde los años setenta del siglo XX, no es arriesgado afirmar que están en toda disposición a acercarse a la Santa Sede. Realmente no les costaría mucho trabajo hacerlo, sobre todo a partir de la aceptación de los principios señalados.

Más que ganar a China, ¿Está el Vaticano dispuesto a sacrificar a Taipei hilo delgado de la ruptura?

La imagen de la izquierda muestra a Matteo Ricci y a Xu Guangqi, a la derecha. Xu era un especialista en temas agrícolas y matemáticos. Ambos, Ricci y Xu claboraron en muchas tareas, principalmente de traducción. La imagen fue tomada de http://www.ibiblio.org/chineseart/contents/peop/img/c01s02i01.jpg.
La imagen de la derecha es la introudcción a la carta papal. http://www.vatican.va/holy_father/special_features/chinese/index.htm

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